Durante la década recién pasada, un grupo de jóvenes chilenos ha sido protagonista de un proceso de adaptación e incorporación del Movimiento Rastafariano a una realidad cultural radicalmente distinta a la que le dio origen, a través de un intenso proceso de diálogo, intercambio y proposición. Este trabajo invita a reflexionar respecto a dicho proceso, aún inacabado, de reelaboración simbólica y cultural, tanto en lo referido a las prácticas como a los fundamentos básicos del movimiento original. Para ello, se expone parte de un trabajo de campo realizado entre los años 2007 y 2009, el cuál exploró las distintas manifestaciones de la cultura jamaiquina en Chile, cuya asimilación ha permitido a grupos de jóvenes locales autodenominarse rastafarianos, y desarrollar su propia versión del mismo. Específicamente, a través de la expresión musical, y modalidades de organización comunitaria, cuyos efectos en la joven generación aún se encuentran en desarrollo.