A la vez Estado e instancia espiritual, el Vaticano ha sido una fuerza de oposición con respecto a la práctica de control de la fecundidad, ya que la construcción del discurso magisterial gira en torno a la pareja católica, la procreación y la familia. De esta manera la Iglesia hace constante referencia a la denominada "ley natural" como un mediador de la voluntad de Dios. De acuerdo con esta visión moral, se exige el dominio del cuerpo, pero especialmente de los impulsos sexuales, a través de la castidad y de la abstinencia, considerando al matrimonio como la única instancia legítima en la cual es posible ejercer los actos conyugales en función de la procreación. En este sentido, el catolicismo es una institución que ha influido de manera directa o indirecta en la fecundidad; sin embargo, contrariamente a lo que podría suponer la práctica de su doctrina -sobre todo en el caso de las comunidades católicas- esta se ha caracterizado por ser pionera en la transición demográfica, y por el contrario, en algunos casos ha sido citada como un factor de retraso en el proceso de descenso de la fecundidad. Sin embargo, observamos que en la realidad este discurso tiene poco peso, porque si bien es cierto que numéricamente la religión católica continúa ocupando un lugar destacado en la distribución de los grupos religiosos en México, a nivel nacional -sobre todo a nivel de las prácticas- se constata no sólo un aumento en el uso de métodos anticonceptivos modernos, sino también una disminución en el uso de métodos naturales.